Santa Mónica, madre de San Agustín

Santa Mónica, fue una figura importante en la historia del cristianismo, especialmente por su papel como madre de San Agustín, uno de los más influyentes teólogos y filósofos cristianos. Nació en Tagaste, en lo que hoy es Argelia, hacia el año 331 d.C. Santa Mónica es recordada principalmente por su devoción y paciencia en la oración por la conversión de su hijo, Su persistencia y fe fueron recompensadas cuando Agustín finalmente se convirtió al cristianismo y se convirtió en uno de los pilares de la Iglesia Católica, influyendo profundamente en la teología y la filosofía cristianas. Santa Mónica es considerada como un ejemplo de madre piadosa y dedicada, cuya oración y fe tuvieron un impacto significativo en la vida de su hijo y en la expansión del cristianismo.